otra de mal gusto Serapio, quintaesencia y nigromancia de las sesiones de ocultaticismo inalterable de los lácteos regionales; paseando llega por la Roma, casi esquina con señora-no-tengo-hijos-narcos, e invítame a entrever regocijos por medio del etilismo propio de cualquier tenguerapo montañés de esa y mas calaña de los alrededores.
"no mams… y esas pinches greñas que!?"
Volteando enseguida, diviso su tatuaje mal avión aguileño, frunciendo el ceño y tirándolo al leño.
"weee… a mi se me quita con las tijeras, pero lo naco y tu tatuaje no se quitan tan fácil o si?

Exactamente, así nos encontramos con gente a nuestros alrededores que no deberían hablar, siquiera acercarse; pues entre sus ínfulas o aquelarres, disfrutan gustosos del prejuicio, juicio y hasta el sostenimiento de éste, y ahí de usted si tiene ganas de apelar, pues estas… personas sacarán más pronto la mano que usted.

En el primer párrafo comento uno de los miles encuentros diarios a los que me someten este tipo de personas que de juicio tienen lo que yo de playeras de fut-bol; es tanto el afán de que salgan de mi vida, que he creado una especie de mecanismo inmejorable y muy difícil de explicar, en el cual al conocer yo a una persona, me basta el saber hasta que punto puede entrar en mi vida o cuando salir de ella. ¿Ocioso? Tal vez, pero me he evitado muchísimos malos ratos que el promedio general.

Para empezar ¿Qué diablos me tiene que juzgar alguien un corte de cabello? Seamos honestos: el tipo tenía un tatuaje (que con eso basta para decirle "wee… que ironia") de un águila, mal pintado, chueco, y abajo del antebrazo; sobra decir del nivel educativo, del nivel social, y hasta poseo más educación cristiana de la que el pueda arrepentirse.

Pero vamos, esto no tiene nada que ver, mientras yo siga feliz y estas personas sigan bailando reggaetón, el mundo gira. Para no tirar tanta alharaca de"Tu contra mi: no creo!", se aplica también a cualquier "enfrentamiento" que pueda ofrecerme un Emo Pónc, un Metalero, un comunicólogo de esos con aires de grandilocuencia y gorrito, escritorcillos, perredistas, deportistas de sillón, adúlteras impulsivas y tontas, o identikiteros abnegados (dícese de aquéllos que poseen una identidad clasicista y de moda retrógrada, pero que se niegan a admitirlo; por ejemplo, los que admiran el fut-bol, la política y las artes, visten siempre con playeras deportivas, todo el tiempo usan gorra y tienen pésimo gusto para cualquier cosa, defendiendo siempre éste, y juzgando todo aquello que es "sistemático", puff!).

El arte… haaa!… varios compositores o pupilos de conservatorio al darme sus opiniones de la música que hago dicen desde el clásico "ese arreglo en bossa esta muy forzado" (sic); hasta el mamonsísimo "la… la neta… no entiendo ese tipo de música… me suena como a… mmm… el rock en español".

Claro, por obviedad, y no podrán dejarme mentir, porque lo tengo comprobadísimo; que éstos pupilos de la música, de estar apenas en el mito de Curco Bain, pasaron a los Nocturnes de Frèdèric Chopin y a las sonatas de Franz Liszt en un santiamén y de manera forzosa. Esta clase de educación y de ver al mundo siempre me ha intrigado, y me he divertido de sobremanera el estar y observar todo aquel criterio que desbordan sin ninguna pena. He de pasar mas madrugadas estudiando esto (ahí si no me he enojado cuando se chupan mi alcohol o penetran a mi alacena). Si no me creen, pregunten a quien sea que tenga contacto con esta clase de personas, que en verdad el criterio que poseen deja mucho que desear a la hora de criticar, inclusive pueden rectificar en base al hecho de que pueden llevarse a la cama a cualquiera poniendo el Ten de Pearl Jam, cualquiera de The Doors y la infalible Janis Joplin; de Darkis no sabría que decirles… esta bien… hablenles de literatura o arquitectura pero de esas que les encanta.

Ahora bien, hablando en términos mas generales (no generalizados), cuando recibo diatribas por haber aplicado las mismas a otras personas; o cuando, como lo mencioné al principio, el que me juzgue sin que tenga las bases para hacerlo, es de lo que me he enojado; pero de lo que en verdad me he emputado, es cuando esas personas quieren corregir mi manera de pensar reclamándome cosas de las que éticamente están impedidas para hacerlo. Ejemplos claros tengo notables para aclarar el punto, por ejemplo, me ha dicho un metalero que me visto feo, una adultera reformada me dijo que nunca engañara a mis parejas, un junior me dijo que no servía para entender "esto de los negocios" (lo que si entiendo es que le creo mas a alguien que crea un negocio desde cero que a alguien que los hereda), un noventero-oficinista-galán criticando mis gustos en mujeres, un raver diciéndome pretencioso, otro raver hablándome de moda, la revista La Mosca en la Pared, un Darki preguntándome quien es Bauhaus (si esto pasa, díganles que en esa estación en Alemania se perdieron la ultima vez que fueron, así en la plática se les pasará el coraje), un zamorano izquierdozo regocijando su visión del mundo por el simple hecho de conocer el D.F. (de estos hay miles, debería de hacer una archivo como tipo policiaco para ponerlo aquí y que ustedes los identifiquen), y así un sucesivo etcétera.

¿De las ex parejas? No puedo decir nada, cualquier cosa que me criticaron o sigan criticando, ha sido la justicia divina la que se ha encargado de cerrarles la boca sin yo haber movido un dedo, el portarse bien tiene sus recompensas; además, el mejor regaño me lo ha dado una queridísima amiguita: "ni modo, es que no te gusta andar con mujeres". Pero no lo tomen a mal, porque se que están leyendo esto, y no es para regañarlas o tirarles mala onda, yo se que ahora si ya son unas personas bien y que ya le están echando mas ganas (guiño, guiño).


Pues bien, si después de esto usted tiene unas ganas enormes de criticarme más, hágalo, total que el influjo de su entorno es lo que hace que usted sienta las ganas de odiarme y sentirse así, y con eso bastará para devolverle la pedrada. No es mi culpa de que ya no haya moral ni buenas costumbres en esto de la expresión retórica.  ¶ 10:09 p.m.